El blazer: historia, materiales y cómo elegirlo

Si hay una prenda capaz de transformar cualquier look masculino, es el blazer. No es un traje incompleto ni una chaqueta cualquiera: es la pieza que aporta estructura, carácter y versatilidad.

De uniforme a ícono

El blazer nació en el siglo XIX en Inglaterra. Se usaba en clubes náuticos y equipos de remo como parte del uniforme, con botones dorados y corte recto. Con el tiempo dejó de ser símbolo de pertenencia para convertirse en sinónimo de elegancia práctica. Pasó de los muelles al club social, y de ahí al guardarropa urbano.

Hoy el blazer sigue cumpliendo la misma función: distinguir sin exagerar. Dar presencia sin necesidad de formalidad absoluta.

 

Materiales que definen un blazer

El tejido es lo que marca el carácter de la prenda:

  • Paño de lana: el clásico. Estructura, calidez y caída impecable. Ideal para climas fríos y para quienes buscan un blazer que dure años.

  • Algodón: más fresco y ligero, pensado para un uso casual.

  • Lino: perfecto para el verano. Aporta frescura y un aire relajado, aunque requiere más cuidado.

 

Estilos que permanecen

  • Cruzado (double-breasted): más formal y con presencia. Es un blazer que llama la atención y aporta autoridad.

  • Dos botones: el más versátil, apto para oficina, cenas o viajes. Su equilibrio lo hace atemporal.

  • Con bolsillos tipo parche: más relajado, ideal para estilos casuales, viajes o fines de semana.

 

Lo que debes buscar en un blazer de calidad

Un buen blazer se reconoce en los detalles:

  • El corte: debe respetar la silueta sin forzarla.

  • La construcción interna: un blazer con canvas (semi o completo) conserva la forma con los años; uno fusionado pierde estructura más rápido.

  • Los hombros: deben caer de manera natural, sin exceso de hombreras.

  • Los botones y acabados: en materiales nobles, bien cosidos, sin hilos sueltos.

  • El forro: de buena tela, que permita transpiración y comodidad.

 

Usos y ocasiones

El blazer tiene la capacidad de adaptarse: con corbata en un contexto formal, con camiseta en un estilo relajado, con un pantalón de lana o con denim. Es la prenda que eleva cualquier look y que se ajusta tanto a un viaje como a una cena importante.

 

Invertir en un buen blazer es invertir en permanencia. Es la pieza que demuestra que el estilo no está en la cantidad de prendas, sino en la calidad de las decisiones.